El siguiente artículo será publicado en la edición de Octubre del periodico Desde Abajo.
LA ECOPEDAGOGÍA COMO UNA CONSTRUCCIÓN PLANETARIA PARA DESENMASCARAR Y TRANSFORMAR EL HORROR DEL CAPITALISMO
En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos. Mahatma Gandhi.
La Ecopedagogía o Pedagogía de la Tierra, como movimiento colectivo debe convertirse hoy en una apuesta y práctica de todos los movimientos sociales que día a día sufren los horrores de un modo de destrucción global: El Capitalismo; que como lo señala Leonardo Boff, no sólo es explotador de la fuerza de trabajo al situar al ser humano al servicio de la economía y no la economía al servicio del ser humano, sino también aniquilador, destructor de la naturaleza al agotar todos sus recursos por medio de la creación de ficticias necesidades que alimentan día a día la desigualdad social y económica entre los seres humanos y los países.
Colombia es uno de los países del mundo en el que más ha recaído las desgracias que produce el capitalismo: su riqueza ha servido para alimentar la avaricia de las multinacionales que a nombre del crecimiento económico destruyen y se apoderan de importantes recursos naturales como el agua, el carbón y el petróleo.
Las grandes extensiones de bosque hacen de Colombia el segundo país más rico en biodiversidad del mundo pero por cuenta de la “civilización” viene siendo destruida por las fumigaciones con glifosato impuestas por el Plan Colombia. La variedad de plantaciones vegetales de gran importancia para el sustento campesino y para la soberanía alimentaria de los y las colombianos y colombianas ha sido sustituida por la plantación de grandes extensiones de palma africana, despojando de sus tierras con la ayuda de los paramilitares y la complicidad del Estado a millones de campesinos y campesinas que día a día se ven obligados y obligadas a desplazarse forzosamente a las grandes ciudades en donde no reciben ningún tipo de atención por parte del Estado.
Frente a esta caótica realidad colombiana, en la que el sufrimiento es administrado por unos pocos y recae sobre la gran mayoría: desposeídos, indígenas, estudiantes, campesinos y campesinas, afrodescendientes, desplazados y desplazadas; las políticas educativas carentes de un contenido ético-político se han convertido, desde hace más de 500 años, en cómplices de la barbarie de la civilización occidental al hacer eco de esas ideas que consideran a nuestros bosques como “selva”. De que debemos “limpiar”, civilizar y destruir la vida que está en la selva. Que los indígenas son incultos e incivilizados porque viven en la selva. Confundiendo caminos y asfalto con civilización. ¡Hasta para nuestros mejores arquitectos la tentación de cimentar todo es confundida con arte![1]
Esta educación occidental-formal a la que nos hemos adaptado pero nunca integrado, ha dejado a un lado y ha rechazado los sistemas nativos de enseñanza y de socialización de la cultura de nuestros y nuestras aborígenes; quienes eran capaces de transmitir un fuerte sentido de identidad cultural. Aquellos métodos de socialización de la cultura estaban profundamente ligados a promover una identidad y un sentimiento de amor y respeto por nuestra madre tierra.[2] Esta educación de nuestros y nuestras indígenas es la que hoy más que nunca necesitamos rescatar si le apostamos a una educación comunitaria, basada en el consenso, en la solidaridad y en el sentido colectivo.
La Ecopedagogía nos desafía como la única superación a un modo de educar que oculta y niega la relación entre las precarias condiciones de vida y la política económica, industrial y ambiental; que nos exime de toda responsabilidad frente a la basura tirada en las calles y frente al demencial crecimiento económico que cada día entra más en contradicción con la naturaleza.
Esta instrucción cada vez más alejada de nuestra realidad nunca nos ha dado la oportunidad de construir una relación más afectiva con las maravillas que tienen nuestra tierra, nunca tuvimos, como lo describe Angela Antunes[3] en el prefacio de Pedagogía de la Tierra, la oportunidad de plantar un árbol, de cosechar legumbres en una huerta, de chupar un mango recogido en el jardín de la escuela y/o de admirar la belleza de una planta.
La Ecopedagogía es también un llamado a introducir temas ecológicos con un fuerte sentido crítico en las demás asignaturas como español, matemáticas, sociales, economía e historia para que de tal manera se supere esa tendencia de la educación tradicional de programarlas como feudos académicos separadas por fronteras infranqueables, como repúblicas independientes que administran las diferentes ramas de un saber fragmentado[4]. Contrariamente a esta actitud atomizante, los y las ecopedagogos y ecopedagogas, conscientes de que la Madre Naturaleza es una sola totalidad, ofrecerá a sus ecoeducandos grandes temas ambientales dentro de cualquier asignatura específica.
De tal forma, vemos en la Ecopedagogía una opción para plantearnos una reflexión-acción-transformación desde la organización de base por medio de la Educación Libertaria Popular de acuerdo con nuestras necesidades y experiencias. No se trata tampoco, como nos advirtió nuestro maestro Paulo Freire, de reducir la escuela y la pedagogía a una tabula rasa y de construir encima de sus cenizas la ecopedagogía. No se trata de una escuela y de una pedagogía “alternativa”, es decir, construidas separadamente de la escuela y de las pedagogías actuales. Se trata de construir en el interior de ellas, dialécticamente, a partir de la escuela y de la pedagogía que tenemos, otras posibilidades, sin aniquilar las presentes. El futuro no es la destrucción del pasado sino su superación.
En conclusión, la Ecopedagogía sólo tiene sentido como proyecto alternativo global, en el que la preocupación no está sólo en la preservación de la naturaleza o en el impacto de las sociedades humanas sobre los ambientes naturales, sino un nuevo modelo de civilización sustentable desde el punto de vista ecológico, que implica un cambio en las estructuras económicas, sociales y culturales, Tal civilización sustentable está ligada, no obstante, a un proyecto utópico: cambiar las relaciones humanas, sociales, y ambientales que tenemos hoy.
Colectivo de Pedagogía Libertaria Popular “Nacho Lee”.
distrinacholee@hotmail.com
http://www.nacholeeedupopular.blogspot.com/
Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular CILEP.
cilepinvestigacion@yahoo.com
http://www.cilep.8m.com/
Red Libertaria Popular Mateo Kramer.
redlibertariapmk@yahoo.com
www.redlibertariapmk.org
[1] C.f Moacir Gadotti. Pedagogía de la tierra. Siglo veintiuno editores. P.p 22.
[2] C.f Moacir Gadotti. Pedagogía de la tierra. Siglo veintiuno editores. P.p 21.
[3] Directora técnico-pedagógica del Instituto Paulo Freire en Brasil.
[4] C.f Marcel Zimmermann. Ecopedagogía para el nuevo milenio. Ecoe ediciones. P.p 51
En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos. Mahatma Gandhi.
La Ecopedagogía o Pedagogía de la Tierra, como movimiento colectivo debe convertirse hoy en una apuesta y práctica de todos los movimientos sociales que día a día sufren los horrores de un modo de destrucción global: El Capitalismo; que como lo señala Leonardo Boff, no sólo es explotador de la fuerza de trabajo al situar al ser humano al servicio de la economía y no la economía al servicio del ser humano, sino también aniquilador, destructor de la naturaleza al agotar todos sus recursos por medio de la creación de ficticias necesidades que alimentan día a día la desigualdad social y económica entre los seres humanos y los países.
Colombia es uno de los países del mundo en el que más ha recaído las desgracias que produce el capitalismo: su riqueza ha servido para alimentar la avaricia de las multinacionales que a nombre del crecimiento económico destruyen y se apoderan de importantes recursos naturales como el agua, el carbón y el petróleo.
Las grandes extensiones de bosque hacen de Colombia el segundo país más rico en biodiversidad del mundo pero por cuenta de la “civilización” viene siendo destruida por las fumigaciones con glifosato impuestas por el Plan Colombia. La variedad de plantaciones vegetales de gran importancia para el sustento campesino y para la soberanía alimentaria de los y las colombianos y colombianas ha sido sustituida por la plantación de grandes extensiones de palma africana, despojando de sus tierras con la ayuda de los paramilitares y la complicidad del Estado a millones de campesinos y campesinas que día a día se ven obligados y obligadas a desplazarse forzosamente a las grandes ciudades en donde no reciben ningún tipo de atención por parte del Estado.
Frente a esta caótica realidad colombiana, en la que el sufrimiento es administrado por unos pocos y recae sobre la gran mayoría: desposeídos, indígenas, estudiantes, campesinos y campesinas, afrodescendientes, desplazados y desplazadas; las políticas educativas carentes de un contenido ético-político se han convertido, desde hace más de 500 años, en cómplices de la barbarie de la civilización occidental al hacer eco de esas ideas que consideran a nuestros bosques como “selva”. De que debemos “limpiar”, civilizar y destruir la vida que está en la selva. Que los indígenas son incultos e incivilizados porque viven en la selva. Confundiendo caminos y asfalto con civilización. ¡Hasta para nuestros mejores arquitectos la tentación de cimentar todo es confundida con arte![1]
Esta educación occidental-formal a la que nos hemos adaptado pero nunca integrado, ha dejado a un lado y ha rechazado los sistemas nativos de enseñanza y de socialización de la cultura de nuestros y nuestras aborígenes; quienes eran capaces de transmitir un fuerte sentido de identidad cultural. Aquellos métodos de socialización de la cultura estaban profundamente ligados a promover una identidad y un sentimiento de amor y respeto por nuestra madre tierra.[2] Esta educación de nuestros y nuestras indígenas es la que hoy más que nunca necesitamos rescatar si le apostamos a una educación comunitaria, basada en el consenso, en la solidaridad y en el sentido colectivo.
La Ecopedagogía nos desafía como la única superación a un modo de educar que oculta y niega la relación entre las precarias condiciones de vida y la política económica, industrial y ambiental; que nos exime de toda responsabilidad frente a la basura tirada en las calles y frente al demencial crecimiento económico que cada día entra más en contradicción con la naturaleza.
Esta instrucción cada vez más alejada de nuestra realidad nunca nos ha dado la oportunidad de construir una relación más afectiva con las maravillas que tienen nuestra tierra, nunca tuvimos, como lo describe Angela Antunes[3] en el prefacio de Pedagogía de la Tierra, la oportunidad de plantar un árbol, de cosechar legumbres en una huerta, de chupar un mango recogido en el jardín de la escuela y/o de admirar la belleza de una planta.
La Ecopedagogía es también un llamado a introducir temas ecológicos con un fuerte sentido crítico en las demás asignaturas como español, matemáticas, sociales, economía e historia para que de tal manera se supere esa tendencia de la educación tradicional de programarlas como feudos académicos separadas por fronteras infranqueables, como repúblicas independientes que administran las diferentes ramas de un saber fragmentado[4]. Contrariamente a esta actitud atomizante, los y las ecopedagogos y ecopedagogas, conscientes de que la Madre Naturaleza es una sola totalidad, ofrecerá a sus ecoeducandos grandes temas ambientales dentro de cualquier asignatura específica.
De tal forma, vemos en la Ecopedagogía una opción para plantearnos una reflexión-acción-transformación desde la organización de base por medio de la Educación Libertaria Popular de acuerdo con nuestras necesidades y experiencias. No se trata tampoco, como nos advirtió nuestro maestro Paulo Freire, de reducir la escuela y la pedagogía a una tabula rasa y de construir encima de sus cenizas la ecopedagogía. No se trata de una escuela y de una pedagogía “alternativa”, es decir, construidas separadamente de la escuela y de las pedagogías actuales. Se trata de construir en el interior de ellas, dialécticamente, a partir de la escuela y de la pedagogía que tenemos, otras posibilidades, sin aniquilar las presentes. El futuro no es la destrucción del pasado sino su superación.
En conclusión, la Ecopedagogía sólo tiene sentido como proyecto alternativo global, en el que la preocupación no está sólo en la preservación de la naturaleza o en el impacto de las sociedades humanas sobre los ambientes naturales, sino un nuevo modelo de civilización sustentable desde el punto de vista ecológico, que implica un cambio en las estructuras económicas, sociales y culturales, Tal civilización sustentable está ligada, no obstante, a un proyecto utópico: cambiar las relaciones humanas, sociales, y ambientales que tenemos hoy.
Colectivo de Pedagogía Libertaria Popular “Nacho Lee”.
distrinacholee@hotmail.com
http://www.nacholeeedupopular.blogspot.com/
Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular CILEP.
cilepinvestigacion@yahoo.com
http://www.cilep.8m.com/
Red Libertaria Popular Mateo Kramer.
redlibertariapmk@yahoo.com
www.redlibertariapmk.org
[1] C.f Moacir Gadotti. Pedagogía de la tierra. Siglo veintiuno editores. P.p 22.
[2] C.f Moacir Gadotti. Pedagogía de la tierra. Siglo veintiuno editores. P.p 21.
[3] Directora técnico-pedagógica del Instituto Paulo Freire en Brasil.
[4] C.f Marcel Zimmermann. Ecopedagogía para el nuevo milenio. Ecoe ediciones. P.p 51
Saludos amigos de Nacho Lee. Hablando de desenmascarar el capitalismo, les presento a continuación una propuesta que pudiera ser de su interés:
ResponderEliminarUNA CIUDAD-ESTADO VIRTUAL, COMO MODELO PARA CONSTRUIR UN MUNDO SUSTENTABLE REAL.
A pesar de la elevada calidad de vida que han logrado alcanzar algunas de las llamadas naciones desarrolladas, lo cierto es que el mundo, considerado como un conjunto de países ubicados en una biosfera frágil y geográficamente limitada, está amenazado de extinción por causa de la depredación del medio ambiente y los conflictos humanos.
No obstante las buenas e importantísimas acciones tomadas por grupos e individualidades en pro de un mundo mejor, el deterioro a todo nivel continúa aumentando peligrosamente.
Después de más de treinta años dedicados a estos asuntos, y por aquello de que “una imagen vale más que mil palabras” se nos ha ocurrido una estrategia alternativa, la cual consiste en el diseño de una ciudad piloto sostenible y autosuficiente que posea todas las características de infraestructura y organización correspondientes a la sociedad pacífica y sostenible que deseamos para nosotros y nuestros descendientes, y cuya presentación en forma de maquetas, series animadas, largometrajes, video juegos y parques temáticos a escala real, serviría de modelo a seguir para generar los cambios necesarios.
El prototipo que presentamos posee algunas características que se oponen, a veces en forma radical, a los usos y costumbres religiosos, económicos, políticos y educativos que se han transmitido de generación en generación, pero que son los causantes de la problemática mencionada, por lo que deben ser transformados.
Si les interesa conocer este proyecto, o incluso participar en él, los invitamos a visitar nuestro sitio web https://elmundofelizdelfuturo.blogspot.com/ (escrito en español y en inglés), donde estamos trabajando en ese sentido.